martes, 14 de abril de 2009

HIPERICO




Descripción: Planta variable, erecta. Tallos lampiños y ramificados, cilíndricos. Las hojas son triangulares, opuestas, con bordes redondeados y poseen innumerables glándulas aceitosas, lo que hace que parezcan perforadas (de ahí su nombre en latín). Lo más característico es la flor, amarilla, de cinco pétalos y sépalos más pequeños, cubiertos de rayas y glándulas negras. Al presionarla, suelta un líquido lechoso de color rojizo.
Componentes activos: Aceite esencial, polifenoles (ácido caféico y clorogénico), flavonoides (hiperósido), taninos y pigmentos.
Aplicaciones terapéuticas: Tiene propiedades antiespasmódicas, sedantes y antidepresivas. Es un buen astringente y antihemorrágico. En uso externo, es antiséptico, cicatrizante y astringente. El aceite de hipérico (preparado dejando macerar seis semanas 100 g de flores frescas en 1 l de aceite de oliva) se emplea para tratar la gastritis (una cucharadita mañana y tarde, en ayunas). Se está estudiando la eficacia anticancerígena del hiperósido. No obstante, conviene utilizarlo con prudencia, porque produce un desagradable efecto de fotosensibilización; es decir, que si una persona lo ingiere y después se expone al sol, puede tener problemas en la piel (pigmentación, por ejemplo), similares a los producidos por la ingestión de
ruda.
Aplicaciones mágicas: En la Edad Media, se quemaba en las casas en las que se creía que había entrado el demonio, hasta tal punto que era conocida como Fuga daemonium ("espantademonios"). Algunos nombres populares, como el francés y el italiano, son reminiscencias de aquel sobrenombre. Se dice que cura la melancolía (recordemos que es un buen antidepresivo natural) y que atrae el amor. En la cultura celta, se decía que las hadas malas, los duendes y los magos de malas intenciones no entrarían nunca en una casa cuyas ventanas estuvieran protegidas por ramitos de esta planta. ¿Quiere saber si su vecino es un brujo? Métale (si es que se deja) en la boca un trozo de esta planta. Según la tradición, si lo es, no podrá evitar confesarlo (bueno, no podemos garantizar esto último, pero sí la sorpresa de su vecino).

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